Borrachera letal
La última road movie de Mel Gibson (alias el fanático católico) ha levantado ampollas en EE.UU. Para los que aún no se hayan enterado, el susodicho se pilló una buena y, cuando lo ligaron conduciendo en ese estado, dedicó toda una sarta de piropos a los judíos (de asesinos para arriba). Las consecuencias no se han dejado esperar y el querido Mel lleva, al menos, dos rectificaciones públicas [vídeo] además de su compromiso a rehabilitarse y una desesperada petición de ayuda a la comunidad judía para que le apoyen en su lucha contra el alcoholismo.
Seguramente algunos de vosotros, al leer la historia habréis tenido que aguantaros la risa. Y es que haciendo honor al Spain is different aquí nos puede parecer que sí, que se excedió en lo que dijo, pero siempre habrá quien acabe disculpándolo, porque, amigos, "una mala cogorza se la pilla cualquiera".
Quizá es porque en este país donde hay más bares que farolas, casi todos hemos sufrido en nuestras carnes una borracherar mítica, ese "gran pedo" que nos avergüenza con solo recordarlo. Seguramente la mayoría hemos pasado por las inevitables etapas del cebollón alguna vez en nuestra vida: fase cariñosa con abrazos a los presentes, declaraciones de amor incondicional y puro... fase garrulator con sus cánticos populares... fase mística, tratando de buscarle sentido al aparentemente triplicado movimiento de rotación de la tierra ... y con toda probabilidad a gran parte de nosotros, alguna vez, le ha dado llorona, o protestona, y se ha puesto a jurar contra la primera persona o causa injusta que fuera capaz de abrirse paso en su pensamiento entre sus malogradas y etílicas neuronas. Es posible que hayamos sido, incluso, manifiestamente injustos, insoportables, maleducados y unos auténticos gilipollas en alguno de esos momentos de exaltación vía JB [sustitúyase por lo que proceda].
Para más INRI (Mel estaría encantado con mis alusiones), los efectos de esas grandes borracheras son totalmente imprevisibles. Del mismo y mágico modo que el pudor desaparece, el "módulo de previsión de consecuencias" se debe desconectar en alguna parte de ese confuso cerebro: y es aquí donde, sin saberlo, firmamos nuestra sentencia, porque el azar empieza a jugar en la partida.
Lo más normal que nos puede pasar es que hablemos de más: los instintos más profundos afloran y se hacen palabra, así, como quien no quiere la cosa, y lo mismo le sueltas a tu colega de toda la vida que llevas años enamorada de él como que te cagas en la madre que parió al borde de tu jefe en la cena de navidad de la empresa. La suerte, en este caso, puede jugar a tu favor si estás tan tan borracho que no se te entiende nada, pero se suele dar la circunstancia de que, cuanto más borracho estás, más quieres hacerte oir. ¡Ay, si no fuera por esos amigos que te meten de un empujón a un taxi y te mandan a casa...!
El caso es que, borrachos o no, y quizá por haberlo experimentado, sabemos que la borrachera no es excusa para hacer nada que ofenda, dañe o joda al prójimo; que el argumento "es que estaba borracho" se viene abajo por su inconsistencia; que la decisión de mermarnos la lucidez a base de tequilas es nuestra y sólo nuestra, con lo que cada cual tendrá que cargar con lo suyo en el recuento de ofensas (hay quien luego se promete no volver a beber en la vida, otra cosa es que acabe traicionando la promesa). Y es que nunca dejaremos de ser responsables de lo que hagamos, sea cual sea nuestro estado, y aquí lo sabemos, y quien se arriesgue que se agarre a su pena y se sorba los mocos, porque no le queda otra.
No sé si Mel tendrá esa misma percepción de las cosas, teniendo en cuenta que pide ayuda a terceros para superar su "problema" (y perdonen el entrecomillado, pero la rabia me come cuando usan ese argumento habiendo gente que realmente sí tiene ese problema), pero si cayera en España más de uno le diría eso de "si no sabe beber, que no beba".
Guardado en Sociedad.
Seguramente algunos de vosotros, al leer la historia habréis tenido que aguantaros la risa. Y es que haciendo honor al Spain is different aquí nos puede parecer que sí, que se excedió en lo que dijo, pero siempre habrá quien acabe disculpándolo, porque, amigos, "una mala cogorza se la pilla cualquiera".
Quizá es porque en este país donde hay más bares que farolas, casi todos hemos sufrido en nuestras carnes una borracherar mítica, ese "gran pedo" que nos avergüenza con solo recordarlo. Seguramente la mayoría hemos pasado por las inevitables etapas del cebollón alguna vez en nuestra vida: fase cariñosa con abrazos a los presentes, declaraciones de amor incondicional y puro... fase garrulator con sus cánticos populares... fase mística, tratando de buscarle sentido al aparentemente triplicado movimiento de rotación de la tierra ... y con toda probabilidad a gran parte de nosotros, alguna vez, le ha dado llorona, o protestona, y se ha puesto a jurar contra la primera persona o causa injusta que fuera capaz de abrirse paso en su pensamiento entre sus malogradas y etílicas neuronas. Es posible que hayamos sido, incluso, manifiestamente injustos, insoportables, maleducados y unos auténticos gilipollas en alguno de esos momentos de exaltación vía JB [sustitúyase por lo que proceda].
Para más INRI (Mel estaría encantado con mis alusiones), los efectos de esas grandes borracheras son totalmente imprevisibles. Del mismo y mágico modo que el pudor desaparece, el "módulo de previsión de consecuencias" se debe desconectar en alguna parte de ese confuso cerebro: y es aquí donde, sin saberlo, firmamos nuestra sentencia, porque el azar empieza a jugar en la partida.
Lo más normal que nos puede pasar es que hablemos de más: los instintos más profundos afloran y se hacen palabra, así, como quien no quiere la cosa, y lo mismo le sueltas a tu colega de toda la vida que llevas años enamorada de él como que te cagas en la madre que parió al borde de tu jefe en la cena de navidad de la empresa. La suerte, en este caso, puede jugar a tu favor si estás tan tan borracho que no se te entiende nada, pero se suele dar la circunstancia de que, cuanto más borracho estás, más quieres hacerte oir. ¡Ay, si no fuera por esos amigos que te meten de un empujón a un taxi y te mandan a casa...!
El caso es que, borrachos o no, y quizá por haberlo experimentado, sabemos que la borrachera no es excusa para hacer nada que ofenda, dañe o joda al prójimo; que el argumento "es que estaba borracho" se viene abajo por su inconsistencia; que la decisión de mermarnos la lucidez a base de tequilas es nuestra y sólo nuestra, con lo que cada cual tendrá que cargar con lo suyo en el recuento de ofensas (hay quien luego se promete no volver a beber en la vida, otra cosa es que acabe traicionando la promesa). Y es que nunca dejaremos de ser responsables de lo que hagamos, sea cual sea nuestro estado, y aquí lo sabemos, y quien se arriesgue que se agarre a su pena y se sorba los mocos, porque no le queda otra.
No sé si Mel tendrá esa misma percepción de las cosas, teniendo en cuenta que pide ayuda a terceros para superar su "problema" (y perdonen el entrecomillado, pero la rabia me come cuando usan ese argumento habiendo gente que realmente sí tiene ese problema), pero si cayera en España más de uno le diría eso de "si no sabe beber, que no beba".
Guardado en Sociedad.
4 Commentarios:
estando en perido estival es curioso coo las cogorzas se suceden con más frecuencia, y es logico decir lo que nuestro "ello" (segun un froid)piense realmente, pero lo trite es que sea necesario emborracharse para cagarse en isrrrael. lo cual en un momento de lucidez diré que no pasa aqui ¿o a caso la nena se emborracha antes de escrivir? no digo que nose util, pero cuando escrivía mi propio blog, tengo que dar gracias a telefonica, de caerseme la red y no poder publicar el más infame articulo jamás ideado en una borrachera.
saludos y buenas noches
GGD,bebiste?
A lo que se dice borracho hay que quitarle importancia, y más si se piden cientos de disculpas después de haber metido la pata.
Yo si fuese el chico judío le metería una denuncia a Mel, pero no por rencor, sino porque está forrado y así alivía ese ansia de venganza que a todos nos asoma cuando se mofan de nosotros.
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