Lavando el honor con sangre
"La maté porque vivía con un italiano, era una puta y no me obedecía", eso es lo que dijo Mohamed Salem cuando le preguntaron por qué había degollado y enterrado a su propia hija, Hina. A ver a quién no se le ponen los pelos de punta. Lo peor es que en la familia de la víctima, quien más quien menos, estaba de acuerdo y participó en el brutal asesinato: Unos activamente: el cuñado y el tío de Hina, y otros consintiendo, huyendo y justificando: la madre de Hina declaró que la culpa era de su hija, por mala musulmana.
"Has manchado nuestro nombre. Mátate y limpia nuestra vergüenza o te mataremos primero" eso ponía en uno de los hasta 15 mensajes diarios que los familiares de Derya le enviaban a su móvil. Y lo intentó, afortunadamente sin éxito: se tiró de cabeza al Tigris, se cortó las venas, se colgó. Ahora está en una casa de acogida, eso si su familia no ha dado ya con ella.
La historia de Derya ocurrió en Turquía, el asesinato de Hina, en Brescia (Italia). En ambos casos en el seno real o potencial de una Europa civilizada, "donde nunca pasan estas cosas". Ja.
Tanto una como otra cometieron el "pecado" de "manchar" el honor de la familia, ponerla en boca de la comunidad por su estilo de vida: Hina por vivir con su novio no musulman, fumar, llevar tatuajes, trabajar en una pizzería y negarse al matrimonio concertado que le esperaba en Pakistán; Derya por haberse enamorado de un chico que conoció en clase.
A la luz de estos "pecados" en contra del honor, que para según quienes son merecedores de la muerte (bien por acción directa, bien por inducción al suicidio) me pregunto cuántas mujeres en el mundo mereceríamos morir según estos insanos, locos, criminales y aterradores criterios, cuántas personas hemos faltado a los principios de alguna detestable tradición, de alguna religión intransigente: ¿miles, millones, cientos de millones?... Y yo la primera: fumo, bebo, a mis 29 años sigo sin estar casada, practico el sexo fuera del matrimonio, en verano me pongo en bañador como todo hijo de vecino, no creo valer más ni menos por el hecho de ser mujer, llamo a las cosas por su nombre y me jode tanto la injusticia que no puedo callarme. En suma: hago lo que me da la gana, como me da la gana y cuando me da la gana. O al menos lo intento.
Probablemente si fuera la prima de Hina o la cuñada de Derya estaría más que muerta, enterrada en algún descampado, eso sí, con la cabeza apuntando hacia la Meca. Por suerte vivo aquí y ahora, ¿o no?
Y es que cabe hacerse preguntas, plantearse cómo son las cosas en el país en el que vivimos, porque, mal que nos pese, las "sociedades occidentales" tienen algunos puntos en común con los casos de Derya y Hina. Lo que varía, fundamentalmente, es el motivo y saldo final. Porque aquí, por suerte, tu familia no te mata porque no te cases con quien ellos quieren, porque te drogues, porque lleves una vida "disoluta", eso sí, seguro que les das un disgusto y a más de una familia le joderá saberse en boca de todo el vecindario. Porque, a fin de cuentas, el "no dar que hablar" sigue siendo una constante (atenuada con los años, no vamos a negarlo) en los pueblos de España, en las ciudades pequeñas donde nos conocemos todos. Otra cosa es que decidas que eso te la trae tan floja que, por entretener un rato a las vecinas, te líes con quien "no te conviene", salgas hasta las mil o te comas el filete delante de sus mismos morros. Y que vayan y que cuenten, y que te pongan a parir, y que digan que la culpa es de tus padres, que no supieron atarte "en corto". Que digan lo que quieran, que por lo menos no matan.
Guardado en Denuncias, Sociedad.
"Has manchado nuestro nombre. Mátate y limpia nuestra vergüenza o te mataremos primero" eso ponía en uno de los hasta 15 mensajes diarios que los familiares de Derya le enviaban a su móvil. Y lo intentó, afortunadamente sin éxito: se tiró de cabeza al Tigris, se cortó las venas, se colgó. Ahora está en una casa de acogida, eso si su familia no ha dado ya con ella.
La historia de Derya ocurrió en Turquía, el asesinato de Hina, en Brescia (Italia). En ambos casos en el seno real o potencial de una Europa civilizada, "donde nunca pasan estas cosas". Ja.
Tanto una como otra cometieron el "pecado" de "manchar" el honor de la familia, ponerla en boca de la comunidad por su estilo de vida: Hina por vivir con su novio no musulman, fumar, llevar tatuajes, trabajar en una pizzería y negarse al matrimonio concertado que le esperaba en Pakistán; Derya por haberse enamorado de un chico que conoció en clase.
A la luz de estos "pecados" en contra del honor, que para según quienes son merecedores de la muerte (bien por acción directa, bien por inducción al suicidio) me pregunto cuántas mujeres en el mundo mereceríamos morir según estos insanos, locos, criminales y aterradores criterios, cuántas personas hemos faltado a los principios de alguna detestable tradición, de alguna religión intransigente: ¿miles, millones, cientos de millones?... Y yo la primera: fumo, bebo, a mis 29 años sigo sin estar casada, practico el sexo fuera del matrimonio, en verano me pongo en bañador como todo hijo de vecino, no creo valer más ni menos por el hecho de ser mujer, llamo a las cosas por su nombre y me jode tanto la injusticia que no puedo callarme. En suma: hago lo que me da la gana, como me da la gana y cuando me da la gana. O al menos lo intento.
Probablemente si fuera la prima de Hina o la cuñada de Derya estaría más que muerta, enterrada en algún descampado, eso sí, con la cabeza apuntando hacia la Meca. Por suerte vivo aquí y ahora, ¿o no?
Y es que cabe hacerse preguntas, plantearse cómo son las cosas en el país en el que vivimos, porque, mal que nos pese, las "sociedades occidentales" tienen algunos puntos en común con los casos de Derya y Hina. Lo que varía, fundamentalmente, es el motivo y saldo final. Porque aquí, por suerte, tu familia no te mata porque no te cases con quien ellos quieren, porque te drogues, porque lleves una vida "disoluta", eso sí, seguro que les das un disgusto y a más de una familia le joderá saberse en boca de todo el vecindario. Porque, a fin de cuentas, el "no dar que hablar" sigue siendo una constante (atenuada con los años, no vamos a negarlo) en los pueblos de España, en las ciudades pequeñas donde nos conocemos todos. Otra cosa es que decidas que eso te la trae tan floja que, por entretener un rato a las vecinas, te líes con quien "no te conviene", salgas hasta las mil o te comas el filete delante de sus mismos morros. Y que vayan y que cuenten, y que te pongan a parir, y que digan que la culpa es de tus padres, que no supieron atarte "en corto". Que digan lo que quieran, que por lo menos no matan.
Guardado en Denuncias, Sociedad.
3 Commentarios:
Es cierto que aquí las familias no matan pero los que sí matan son los maridos/parejas/novios que creen que "su" mujer es una pertenencia material que, como tal, solo debe ser suya y de nadie más. Como bien dices, los motivos cambian (religión, machismo, sentido de posesión) pero el resultado, desgraciadamente, es el mismo: intolerancia y asesinatos. Así que, igual no somo tan distintos los occidentales del resto del mundo.
Muy buen post, Nena
"por lo menos no te matan"... umhhh. No estés tan segura: el (pen)último crimen contra una mujer fue porque iba a cortar la relación. Y hoy mismo: http://www.20minutos.es/noticia/147813/0/mata/mujer/hija/
Son casos aislados, lo se. O no tanto a la luz de las estadísticas. pero tenemos un problema.
Sí, la verdad es que estaba tan centrada en el tema del honor familiar que pasé por alto las atrocidades que vemos y vivimos cada día. Aún no sé qué mecanismos puede haber en la cabeza de nadie para querer ver a su pareja muerta antes que perderla. Tampoco quiero intentar encontrar la respuesta, la verdad.
Justicia, eso sí, que se haga... (siempre, sin demora, de manera estricta, sin perdón, sin pena porque no me dan pena los asesinos...) justicia.
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