¿En qué nos hemos convertido?

El miedo es la mejor arma para tener a la sociedad comiendo de la palma de tu mano, para hacerles creer que necesitan medidas represivas que recorten sus libertades, para implantar censuras y vigilancias policiales. Pero lo que tan buenos resultados da a los políticos sin escrúpulos tiene una pésima contrapartida: si consigues que la población viva acojonada lo consigues para todo, para siempre, hasta el punto de que perderán el sentido común, la humanidad y la solidaridad. Tendrán miedo de su vecino, de su perro e incluso de su propia sombra. Atacarán sin preguntar o se esconderán en un cajón. Y si no que se lo pregunten a la mujer que, hace tres días, forcejeó en plena calle con el hombre que intentaba violarla durante veinte largos (enormes) minutos, mientras los vecinos, asomados a las ventanas, no hacían nada por ayudarla.

Antes de este triste e indignante suceso, me resistía a creer que en España nos pudiésemos llegar a convertir en una panda de desgraciados desalmados, pero parece ser que ya estamos cada vez más cerca de serlo. Y no es la primera vez (ni tampoco será la última) que observo estupefacta la omisión de socorro. En este país donde si te mareas en el metro no acude nadie a echarte una mano, convencidos de que o estás colocada o es una treta para sacarles la cartera, ya no se puede creer en nada más que en la suerte y la propia capacidad de supervivencia. Y eso da miedo, mucho miedo, y así la rueda gira sobre sí misma una y otra vez sin remedio.

Claro que no sólo el miedo tiene algo que ver en esto. Tanto reality televisado, tanta desgracia ajena despiezada en las mesas de debate, vísceras arriba y abajo, esa pasión inexplicable de los medios por los sucesos del día, por la sangre, la carnaza… Esa nueva “cultura” del morbo nos está deshumanizando, convirtiéndonos en meros espectadores de lo que ocurre a nuestro alrededor. ¿Será que esto es como la terapia para superar las fobias, que la sobreexposición insensibiliza? ¿Llegaremos hasta el punto creernos que las ventanas de nuestras casas son pantallas de televisión?

El que tenga fe que levante el dedo, que yo, después de lo visto esta semana, he mandado directamente mis esperanzas a la mierda.

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