Familias y familias

La secta más concurrida del mundo sostiene que hay familias de categoría A (las suyas) y familias de categoría B (las “otras”). Se pueden organizar congresos en el nombre de las primeras (Congreso A), pero no en el de las segundas (Congreso B), porque no existen, porque son inmorales, porque suponen el fin de la humanidad (más que congresos son “fiestas”). Si el gobierno subvenciona el congreso A es algo estupendo (12.000 efectivos de los cuerpos de seguridad del estado, ahí es nada), si hace lo mismo con el congreso B, es una aberración (y eso que los organizadores del congreso A tienen un patrimonio de agárrate).

Si ambos congresos coinciden en la misma ciudad (Valencia) y en fechas cercanas, los de la secta A ponen el grito en el cielo: ¡es una provocación! ¡es una amenaza!, y ven problemas donde no los hay: por mucho que digan, con una diferencia de 15 días entre ambos acontecimientos (las jornadas -congreso B- del 22 al 24 de junio, la tournée de Benedicto XVI -el gran momento del congreso A- el 8 y 9 de julio), perdónenme, pero no hay problema que valga.

Aunque claro, va a ser que lo que verdaderamente les escuece es que el evento B esté organizado por la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGT) y la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) (en colaboración con la Universidad de Valencia), y entonces es que a lo mejor estamos en el mismo punto donde acabamos siempre que nos topamos con la iglesia: los homosexuales, los transexuales, los bisexuales… son todos unos enfermos y no tienen derecho a tener familia y mucho menos a organizar un congreso sobre el tema, porque para hablar de familias, claro, cómo no, los únicos autorizados son precisamente ellos, que no la tienen, que no se lo permite su secta.

Vivir para ver.
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